Amor fugaz...
Una vez conocí a un hombre, de esos que hacen que la respiración se te detenga y el corazón parezca que ha dejado de latir, han pasado quince años desde entonces y sin embargo, aún soy capaz de sentir la suavidad del viento rozando mi cara y el aroma del pie de manzana que provenía desde la cocina de mi casa. Como si se tratara de una trampa del destino, había salido a caminar por el campo que rodeaba lo que entonces llamaba hogar. Las nubes se teñían de cobrizo y el sol amenazaba con dejarse caer cuando, inesperadamente, lo vi.
De pie, a varios metros de distancia de mí y dándome la espalda, su cabellera negra brillaba con fuerza y el oleaje del viento mecía sus cabellos con gracia envolvente. Su ancha espalda parecía ser capaz de resistirlo todo. Se veía tan alto, tan fuerte - poderoso - que sentía que emanaba fiereza desde cada poro de su cuerpo. Yo lo admiraba boquiabierta y temerosa, ni si quiera me percaté que el hombre invadía propiedad privada, pero cuando estuve dispuesta a dirigirle la palabra... sencillamente, desapareció.
Es gracioso recordar como corrí gritándo por mis padres, como si acabara de ver un fantasma. Les conté la historia del hombre misterioso y a pesar de que fue buscado por varias personas, en el terreno y sus alrededores, jamás lo encontraron. Todos pensaron que se trataba de una absurda broma de una niña de diez años y fui reprendida más de lo necesario por mi osadía pero yo no mentía.
Él había sido lo más real que yo había visto en mi vida pero poco me había durado la dicha, se había marchado, y quizás para siempre, pero en mi mente permanece intacto el instante de esa puesta de sol desde entonces y hasta ahora.
Red Arkanian
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